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sábado, 25 de octubre de 2014

Julian Assange, un héroe de nuestro tiempo.



Julian Assange, un héroe de nuestro tiempo.


Julian Assange, en una reciente entrevista concedida a la cadena Ser desde su confinamiento en la embajada ecuatoriana en Londres, en la que lleva más de 4 años, vigilado día y noche por un numeroso grupo de policías y espías, a un coste de millones de libras, decía que de la misma manera que en el sistema del libre mercado está codificada la propia destrucción del libre mercado, igualmente, en la idea de Internet está codificada su propia destrucción.
Sin duda Julian hace referencia a esa predicción que ya hiciera Marx: la tendencia del capitalismo hacia el monopolio final y su autodestrucción. Se trata de  un fenómeno que podemos contemplar con nitidez: la tendencia a la concentración en pocas  pero poderosísimas empresas como resultado de la competencia depredadora, que es la esencia del sistema: libertad para competir y absorber a los contrincantes. Es decir,  que el paso del libre mercado inicial al oligopolio y del oligopolio al monopolio, es solo cuestión de tiempo. Internet, en la medida en que es el gran mercado actual y en sí misma es también el gran producto industrial de nuestra época, ha pasado rápidamente a ser dominada por un reducido número de empresas, convertidas en gigantes económicos ( 400.000 mil millones de dólares dicen que es el valor de Google) y parece solo cuestión de tiempo, no mucho,  que Microsof y Appel  se coman la una a la otra y lo mismo ocurre con el resto de subsectores de servicios de internet. Es decir, todo en pocas, poquísimas manos ultra poderosas, íntimamente ligadas entre sí y con un dominio absoluto del poder financiero y, naturalmente, del control político, de su manipulación interesada y del uso de la fuerza, legal o ilegal.
Internet está dando pasos de gigante para convertirse en la encarnación del Gran Hermano , el gran monstruo que todo lo ve y que no duda en devorar todo aquello que pueda poner en peligro a los tiranos que dictan lo que hay,  o perjudicar a su crecimiento contínuo,  o a su guerra entre ellos para conseguir la “corona”, el primer puesto, el todo o nada, o tú o yo. Ese pool de empresas élite tiene muchas armas, sobretodo tecnología en expansión exponencial para que los servicios de inteligencia respectivos puedan leer e identificar a todos aquellos que consideren un peligro a su hegemonía, a su poder.
Por supuesto la intención de los que aspiran a la “corona” es neutralizar, hacer desaparecer a sus enemigos. Es la lógica que conduce el sistema de libre mercado, donde todo está en posición de  comprar o  de ser comprado. Evidentemente, no hay ningún espacio para la ética en el todo o nada, se trata de supervivencia, de duelos a vida o muerte en el “OK Corral” del mercado. Todos los medios de destruir a tu oponente son justos cuando te juegas la vida, cuando  tratan de eliminarte, lo moral es sobrevivir.
Entonces, ¿qué hacer? Organizarse y defenderse, naturalmente. Frente a la lógica depredadora del libre mercado, disponemos de nuestra inteligencia colectiva para imponer un orden alternativo. Un orden  moral diferente, en el que la supervivencia de todos los seres vivos, basada en la moderación consumista y en el equilibrio con la naturaleza sea el fundamento del sistema. Un sistema que podemos imaginar gracias al lenguaje y la cultura que el lenguaje ha engendrado. Esa es nuestra mejor arma: la lógica que se desprende a partir de ese principio, la ética que conforma, la guía para una conducta colectiva cuyo objetivo es la substitución del sistema del libre mercado por el de la  supervivencia en  dignidad, libertad y responsabilidad, de todos entre todos
Para ello es necesario comprender que a lo que nos enfrentamos es a una variante más de la lucha darwinista, no muy diferente de la lucha entre carnívoros y herbívoros, entre depredadores de carne y depredadores de vegetales. Los ñus, las gacelas, los búfalos son mucho más numerosos y potencialmente más fuertes si actuasen en grupo. Cuando así lo hacen, los depredadores no tienen nada que hacer.
 La inmensa mayoría de humanos somos omnívoros y consumidores en general, pero somos como los ñus, un grupo poderoso aunque mal organizado. Sin embargo, entre las grietas del sistema dominante, se va abriendo paso una  inteligencia colectiva, aún débil, pero potencialmente muy poderosa. Para que crezca y triunfe es necesario superar un escollo muy difícil: la fratricida lucha interior de la naturaleza humana que, como ya enseñó Freud,  nos sitúa en la cohabitación entre el Eros y el Tánatos, entre la tendencia al amor y la tendencia a la muerte. En mi opinión, es la experiencia en el trabajo real por el bienestar colectivo, entendido como un trabajo por el bienestar propio, lo que decanta la lucha hacia el buen hacer de la inteligencia colectiva, un triunfo del amor a nuestros semejantes, que, cuando menos,  nos aleja de la tendencia autodestructiva. ¿Es quizá eso lo que impulsa a Julian Assange a sobrevivir a su durísima realidad?

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