Retomo el tema de la austeridad recomendada en el peor
momento (hasta ahora) de la crisis que afecta a España. Es intolerable seguir
exigiendo la austeridad a la población
como el único remedio a esta situación ya que por mucho que la practique y se
empobrezca, los ahorros resultan ridículos comparados con el inmenso agujero de lo que al parecer se ha esfumado pero que igualmente se debe y que,
pese a los recortes, sigue aumentando día a día: son ya cintos de miles de
millones y nos vamos acercando a los billones. Resulta todo como fuera de lo real, como si de una
performance surrealista se tratara, parece una economía dirigida por Tip y Coll en
su mejor momento.
Ante este estado de cosas, ya nadie, ni siquiera los que
votaron al PP, lo puede soportar sin hacer el ejercicio de preguntarse, pero
¿cómo hemos podido llegar a esta situación? ¿Quiénes son los responsables, van
a salir indemnes? Y sobretodo ¿cómo se sale de aquí? Los indignados crecen pero
a pesar de ello no parece que estemos más cerca de la salida.
Somos muchos miles, aunque
no creo que lleguemos a millones (o quizá sí), los que hemos escrito alguna
cosa sobre estas cuestiones y algunos de los análisis que se han podido leer
son tan lúcidos y buenos que debería ser suficiente para que la situación que
vivimos estuviera completamente definida y por tanto fuera comprensible para
todos. En consecuencia, debería haber ya un consenso suficiente para pasar a la
acción, esto es, para hacer confluir
todas las voluntades en exigir que se tomen las medidas lógicas.
Sin embargo y a pesar de los millones (de personas) que se están
movilizando por todo el país, aún no hemos conseguido tener una voz clara sobre
lo que exigimos hacer, más allá de las típicas reivindicaciones de decir no a
los recortes o de que la crisis la paguen los que más tienen o que dimitan los
políticos responsables y de que haya consecuencias penales para los corruptos y
otros culpables.
Todo ello es válido pero no suficiente. Es cierto que hay
muchas otras reivindicaciones y algunas de ellas a mi me parecen las correctas:
gobiernos de coalición que elaboren un programa justo e inteligente ( o al
menos que lo parezca) de reformas económicas y políticas que aborden sin miedo
los recortes en gastos innecesarios, la reforma fiscal que permita garantizar al
Estado los ingresos suficientes y además de la depuración de las responsabilidades
de los corruptos, políticos o no, exija también la supresión de los asesores con
cargo al presupuesto y la sustitución en los puestos de mayor responsabilidad de
los incompetentes, sean funcionarios o no. Esto entendido como programa de
emergencia para detener la sangría a la que ahora mismo estamos sometidos por
la avaricia de los prestamistas. Generemos un clima de confianza, unión,
justicia e inteligencia y no necesitaremos ningún rescate.
Hay cuestiones esenciales referidas a la vivienda que por ser
moralmente sangrantes, son tan insoportablemente injustas que deberían ser la punta
de lanza de la movilización ciudadana. Me refiero a esa combinación infernal de
desahucios infames en un contexto de centenares de miles de viviendas vacías. Estoy convencido de que esa reivindicación, expresada
con sencillez, es capaz de aunar el clamor ciudadano y de convertirlo en una
marea de movilización imparable hasta conseguir el éxito en el objetivo.
Así pues, aquí está el reto: dar una salto cualitativo en la
movilización actual, ahora insegura de sus posibilidades de éxito,
liderada por unos sindicatos deprimidos o por movimientos inmaduros que no
saben muy bien cuáles han de ser son los próximos pasos a seguir, basada en unas
reivindicaciones básicamente de rechazo a los recortes y con pocas exigencias en positivo.
Todos los que escribimos sobre la situación actual deberíamos concentrarnos en
crear un programa positivo de consenso. Aprendamos del pasado, primero había
que ganar la guerra civil y luego se habría podido intentar una revolución. No se hizo
así, o se hizo demasiado tarde, y nos cayeron 40 años de condena al franquismo.
En realidad lo primero es evitar que haya otra guerra civil.
Por eso hay que ganarse a la gente de derechas o por lo menos no
criminalizarla. Todas las sociedades se polarizan. Los polos cambian, pueden
ser derechas – izquierdas, o nacionalistas de un tipo contra nacionalistas de
otro, o emigrantes contra residentes,… da igual, el hecho es que siempre se
forman polos enfrentados. Todos hemos de ser conscientes de que nuestro polo,
por muy justo que nos parezca, solo será eso, un polo que agrupará un número
más o menos numeroso de gente, pero que tendrá enfrente a otro polo igualmente
numeroso. No criminalicemos, actuemos deportivamente, respetemos al rival, dirimamos
nuestras diferencias de acuerdo a unas reglas que respetemos todos (la
constitución, la legalidad internacional, los derechos humanos,..) y si conviene juguemos juntos en la selección nacional
o mejor aún, en la selección internacional.
Sobretodo tengamos confianza en que la tendencia a largo
plazo marca un camino hacia una organización social basada en una racionalidad
que beneficie al conjunto de la humanidad. Pero seamos conscientes de que esa
tendencia no es una línea ascendente continua y recta, sino que más bien parece
el perfil de una cordillera montañosa y que en esos retrocesos dramáticos mucho
ha tenido que ver la torpeza de los actores. Disponemos ahora y cada vez más, de una cantidad de información y
formación que hace menos disculpables esas torpezas. Así que, manos a la obra,
que no cunda el desánimo, que no evadamos nuestra responsabilidad, tengamos
confianza en nosotros y en nuestros semejantes. ¡Viva la inteligencia!
Barcelona, 24 de julio de 2012
Por fin una voz que dice algo en positivo! Yo personalmente ya me he cansado de las quejas y lamentos, y ya estoy suficientemente escandalizada. Con eso no vamos a salir del lío en el que nos han(hemos) metido, así que habrá que buscar un cabo para ir deshaciendo la madeja poco a poco...
ResponderEliminarLuchar por el consenso social y político... supongo que si se consiguió en su momento, tras la caída del franquismo, podría creerse q es posible de nuevo. Los ingredientes son un presente que no agrada a nadie, que ahoga a todos, y una voluntad de cambio. Pero ¿realmente es asi? La feroz austeridad impuesta de forma socialmente injusta, ejemplos como los desahucios que referías, crean mucha desconfianza de los ciudadanos hacia sus políticos y esa permisividad, cuando meses atrás todos prometían hacer justo lo contrario: proteger, cuidar, no hace más que avivar este sentimiento de incomprensión y en cierto modo de traición. .. Transmito lo que oigo en mis entornos, lo que leo en las redes sociales. Analistas como tu dan el privilegio de poder abrir el pensamiento (gracias) pero te recuerdo, como tantas veces he hecho, que hay que tener en cuenta que la gran mayoría no elabora un análisis tan profundo de esta catástrofe, no accede a artículos de opinión tan brillantes y muchos acceden a opiniones contaminadas políticamente hablando. Por eso veo q esta rotura social que se está produciendo es igual de grabe (o más) que la desconfianza de los mercados hacia la economía del país. Estoy de acuerdo en la necesidad de cohesión social (ciudadanos+políticos+sindicatos), pero pienso que falla la comunicación. Estamos muy manipulados por los medio y por los politicos ("esto lo hacemos por la nefasta gestión que hemos heredado") nadie se atreve a hablar claro, explicando con lenguaje comprensible porque hemos llegado a este punto, quien tiene el poder real de este circo, y qué aspectos deben de cambiar para que los intereses de unos pocos no marquen el rumbo de esta destrucción.
ResponderEliminarYa estamos en guerra, se disputa en los mercados (que al parecer somos todos aunque sin ser del todo conscientes gracias al engaño del sistema y a nuestra ignorancia) y todas las medidas que se toman son destinadas a perpetuarla, permitiendo y promoviendo que este drama social se haga cada vez más grande.
Realmente creo que poco hemos aprendido de los errores del pasado. Se está permitiendo que la avaricia y el afán de poder dominen sociedades enteras.
Aun así yo también aplaudo tu optimismo y comparto tu posicionamiento.
Pd: Felicidades por el blog!
Besitos