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domingo, 15 de abril de 2012

LA GRAN RECESIÓN (3)

Domingo 15 de abril

De nuevo ahogados. La prima de riesgo en 400 y pico puntos, las bolsas en los mínimos mínimos,  todo  el mundo  mirando hacia España con suspicacia y desconfianza. Un embajador americano en la OCDE dice que solo servimos para el vino  y tomar el sol, en fin que volvemos a lo que ha sido siempre este país para el resto de Europa: un desastre que no hay quien lo arregle. Bueno, muchos de nosotros también opinan igual. También muchos otros, de aquí y de allá, entre ellos yo, opinamos de manera muy diferente. 


España había cambiado mucho, tanto, que como diría el Guerra, el Alfonso, no nos conocería ni la madre que nos parió. Ahora ,mejor dicho, desde hace unos años, cada vez se nos aparece más  aquello que creíamos que ya no volveríamos a ver: el españolismo sectario, la incapacidad para trabajar juntos, para respetarnos. Claro que eso no solo nos pasa a nosotros: solo hay que ver como se dividen entre sí los americanos o los italianos. Es como un virus, una enfermedad que se expande,... de repente, en muchos lugares, ya no creemos en nosotros.


De hecho, muchos habíamos dejado de creer en España como patria. El franquismo marcó a toda una generación, la vacunó contra esa idea de España. Éramos un país diferente, pero no queríamos serlo. Ninguna de las cosas patrias que enorgullecían a las generaciones anteriores, fue revindicada por la siguiente. Costumbres, folclore, carácter nacional, y otras esencias, sobrevivieron, sí, pero pasaron a un segundo o tercer plano. Casi las escondíamos,con un poco de vergüenza, porque queríamos otra cosa. Mirábamos a Europa y América con profunda envidia. Queríamos ser como ellos y dejar atrás todo el atraso acumulado durante siglos. 


Por otro lado, la tradición de la lucha obrera, su internacionalismo, el recuerdo de las Brigadas Internacionales que tanto se sacrificaron, dando uno de los ejemplos más hermosos de solidaridad que la humanidad haya visto, todo eso nos enorgullecía y hacía que nos sintiéramos hermanos con los oprimidos del mundo entero y que viéramos tan enemigo al opresor lejano como al próximo. Todo eso, no podemos perderlo. Esta durísima crisis tiene que servirnos para despertar nuevamente. Los hombres y mujeres que salen a la calle en Grecia, o en cualquier lugar del mundo a protestar y luchar por su futuro, a defenderse de los feroces ataques a que les someten sus gobiernos y los gobiernos que los gobiernan y los que a su vez les están dictando  a todos ellos lo que hay que hacer en nombre de la avaricia sin límite,... ellos son  nuestros hermanos, sus intereses son los nuestros. Eso hay que decirlo claro y fuerte.


Despertemos, espabilemos, démonos cuenta que cualquier iniciativa en el ámbito económico que haya de servir verdaderamente para ayudar a salir de la crisis, no se puede tomar desde un solo país. Hace falta un gran plan que transforme esta sociedad que camina hacia el suicidio ecológico en otra cosa que pueda seguir siendo el hogar de nuestros hijos, nietos y demás generaciones futuras. En realidad hay mucho por hacer, por transformar. Todos hemos de cambiar, claro, pero si no nos unimos y exigimos que, empezando por Europa, hagamos nuestra la suerte de todos, estaremos dejando pasar la única oportunidad que realmente no debemos perder.

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